Fundamentos filosóficos del pensamiento educativo

Rafael Ramírez Castañeda

LA COSMOVISIÓN HUMANISTA Y SUS DETERMINACIONES EDUCATIVAS.

La cosmovisión humanista del Maestro Ramírez, en tanto concepción del mundo en relación con el hombre, integra en síntesis concreta la herencia del pensamiento humanista universal, y particularmente el legado de Nuestra América. Su humanismo está alumbrado por los grandes filósofos y maestros que hicieron de la educación un baluarte para la formación humana del hombre latinoamericano, donde Martí, constituye un paradigma insoslayable.

El profesor Ramírez, fue un hombre que se forjó en plena efervescencia posrevolucionaria, por lo tanto tenía la experiencia desde su infancia de la dictadura del porfiriato. Sufrió las vejaciones, y las necesidades paupérrimas en la que vivió su familia.

Es por ello, que en su vida profesional, desde un principio se identificó con las necesidades primarias que requería la población, las grandes masas, compenetrándose de manera activa en"la cruzada vasconcelista", de donde tomó sus principios ideológicos, que le dieron sustento posteriormente a sus actividades docentes. Consideraba a la educación como recurso fundamental para alcanzar la identidad nacional, y para la formación cívica del hombre latinoamericano.

Rafael Ramírez, quien desde su infancia se caracterizó por una intensa preocupación humanista, estaba convencido de que la educación constituía un elemento de liberación humana y que, a su vez, generaba la libertad de creencias. Pluralista por convicción, cualquier pensamiento monolítico, único, le resultaba reduccionista. Hombre hiperactivo, concebía al individuo propenso a la acción y, por lo tanto, como un ente que no requería de estímulos externos utilitaristas para actuar, sino los propios llamados de la conciencia.

A partir de estas consideraciones, para Ramírez educar significaba enseñar los valores humanos con los cuales la actividad conduce a la superación:

"Su proyecto educativo rescataba al pueblo de la inacción intelectual, generada a lo largo de los años de humillación en los que habían sido obligados a actuar. Buscaba que lograran una liberación de pensamiento, que les permitiera aumentar su confianza e identidad, mediante el orden y la disciplina."

Como muchos de nuestros intelectuales, Rafael Ramírez fue amante del libre pensamiento, sabía que a partir del libre ejercicio intelectual se recuperarían nuestras raíces y se descubriría la esencia de nuestra identidad nacional.

Para él, la fuerza del país estaba en su origen, en la cultura y no en sus afanes guerreristas, no en las armas. La educación debía fomentar los vínculos sociales, y servir como instrumento para fortalecer la solidaridad entre los mexicanos; veía a la industrialización sólo como un medio para promover el bienestar social. Por eso hizo de la ciencia, la cultura y la tecnología una herramienta para consolidar la Nación.

La escuela como resumen de la humanidad era, para Ramírez, la instancia donde la educación se orientaba hacia el saber, no tanto para descubrir y ascender al poder, sino un instrumento para que el hombre lo pudiera hacer.

Alcanzar esta meta era posible gracias a que el conocimiento es la conciencia del ser. Cada generación se levantaba en los hombros del conocimiento que le aporta la generación anterior y el saber enriquece conciencias, activa virtudes y cultiva amor, si está bien encauzado.

Sin embargo, para lograr esta síntesis humana no podía improvisarse, el individuo debía aprender con disciplina e imaginación a partir del conocimiento de las grandes preocupaciones sociales de la humanidad.

La labor institucional de Rafael Ramírez, concentró los esfuerzos educativos de la Revolución y les dio una orientación reconstructora. En su concepción:

"La educación debía ir a los marginados, estar guiada por preocupaciones democráticas. Su deber ser, consistía en formar hombres con confianza en sí mismos, que emplearan su energía sobrante en el bien de los demás."

Para la visión de Ramírez, la pobreza y la ignorancia son los mayores enemigos del progreso, resolverlos precisaba de la educación. Para subsanar tan grandes males, la educación no debía ser sólo una ciencia, había tener un carácter normativo, de ahí sus semejanzas con la ética o la política. Al igual que éstas, consideraba que exigía una relación racional entre fines y medios para lograr un vínculo entre el ideal y su consecución.

Para ello, era necesario combatir la opresión que durante siglos había pesado sobre el mexicano, porque le impedía cristalizar sus esfuerzos en favor de la actividad productiva e imaginativa un uso placentero de su ocio que evitara su hundimiento en la pereza.

La escuela bajo la concepción de Rafael Ramírez, guiada por valores de equidad y de distribución de la riqueza, era un instrumento de liberación humana para todos y no como prerrogativa exclusiva de una minoría.

Con esta convicción el maestro pugnaba por vincular el plantel escolar con la vida; promover desde este sitio el desarrollo pleno de la población; en fin, esta institución educativa era el centro del desarrollo cultural de una sociedad en busca de su integración como Nación.

La visión de Rafael Ramírez se fundamentaba en "una concepción universal de la naturaleza humana y en una teoría educativa normativa amparada en una noción plural del conocimiento, como medio y no como un fin en sí mismo para la satisfacción de las necesidades humanas.

Para Ramírez era imperativo alimentar la identidad nacional del México revolucionario, para hacerlo democrático con una mejor justicia social."

En resumen la importancia del proyecto de educación rural estriba en la idea de que la educación debe consolidar a la Nación e incrementar los lazos de solidaridad entre los mexicanos.

Si bien en México ha prevalecido una injusta distribución de la riqueza y del ingreso, resultaban más lastimoso y lamentable que existiera una exagerada concentración del conocimiento en unas cuantas cabezas. Así, con la educación como herramienta, Ramírez y sus contemporáneos sentarían las bases para el desarrollo ulterior del México revolucionario.

Como titular del departamento de educación rural se caracterizó por la prisa para educar. Para ello, movió a la sociedad campesina e indígena, los involucró con las actividades propias de la comunidad, hizo de cada maestro un misionero cultural, un apóstol de la nueva palabra educativa, un protagonista de la integración nacional del país que, en la práctica, conocía y sembraba la semilla de una nueva conciencia nacional.

El pensamiento filosófico y cultural de Rafael Ramírez, se concreta en la concepción de escuela que tenía, propiciaba que ésta rompiera con los cánones tradicionales, buscaba una agencia educativa que formara y transformara el propio pensamiento, así como su entorno económico y social, para ello decía que:

"Era necesario que la escuela saliera a la calle y a las tierras de labranza; que tomara como sujeto de estudio al niño y al adulto, al hombre y a la mujer , como elementos indisolubles en la estructura de la comunidad, considerada como un todo; y que el maestro que le sirviera, además de cumplir con el rol de enseñante, se convirtiera en procurador de pueblos , líder del lugar, promotor del cambio revolucionario, gestor de sus reivindicaciones agrarias y políticas y eslabón de enlace entre el campo y la ciudad."

Buscaba fervientemente incorporar al campesino y al indio (autóctono) a la civilización, para la escuela de Ramírez significa de vital importancia integrarlos a la herencia cultural de la humanidad y la comunidad de habla nacional, de ahí que Ramírez escribe el libro de cómo dar a México un idioma.

En esta época la población era eminentemente rural (1921) el censo establecía una cifra de habitantes de 14 300 000 en toda la República, el cincuenta por ciento vivían en el campo 4 200 000 eran clasificados como indios y 8 000 000 como gente cuyo nivel es primitivo; el 65% se estimaban analfabetas y en este porcentaje se incluían a tres millones de personas que no entendían el idioma nacional , por lo que Ramírez a través de esta agencia educativa buscaba formar en ellos una conciencia de clase proletaria que les llevara a participar críticamente en la redistribución de la tierra, el status y el poder, y en la lucha de la liberación colonial y antiimperialista.

Educar al indio y al campesino, decía, era enfrentarlo a la realidad de estos, crearle condiciones de apreciar por sí mismo el estado de dependencia y subordinación en que se encontraban y capacitarlo para que generaran su propia liberación. Señalaba que al incorporarlos a la vida moderna, significaba forzarlos a transformar radicalmente su economía, de responder a la hostilidad violenta de quienes los afectan, los dueños de latifundios.

"En este idealista, se aprecia el interés de fomentar un pensamiento nuevo a la gente del campo, para ello estaba convencido que la escuela tenía que cambiar su papel y el docente transformar su propia ideología. Aunque para esto había que cuestionarse en qué condiciones se encontraban los propios maestros, ya que su situación laboral no era precisamente la más idónea."

Un carácter excepcional y una fortaleza de ánimo fuera de lo común, son necesarios para poner en práctica los postulados revolucionarios y mantenerlos sin desmayo frente a los embates de fuerzas contrarias que cuentan con apoyo dentro y fuera del país. Sólo la entereza de Ramírez es capaz de sostener en pie la escuela rural, difundirla y defenderla contra propios y extraños. La personalidad del maestro: seria, severa, solemne e intransigentemente honesta, fruto de la formación axiológica, donde se le fomentaron y desarrollaron; la honradez, el decoro, la verdad, la bondad, la justicia e igualdad entre los seres, y la parte espiritual que tuvo, forjada en el rigor del pensamiento ideológico de Vasconcelos, se ajusta admirablemente a la tarea que se impone.

Él, sin embargo, juzga con humildad el destacado papel que le toca desempeñar. Hace de sí mismo un balance exento del arrojo que en todo momento manifiesta su actuación y con ello intenta ocultar, sin conseguirlo, la interna fortaleza de su ser. Era un hombre sencillo, un buscador de sentido para el bien del hombre y el país.

Decía: "Soy un viejo trabajador de la educación rural de mi país. Desde antes que estallara la revolución ya venía ocupándome en tareas de tal naturaleza, tanto en el pensamiento como en la acción práctica. Durante la tormenta revolucionaria siempre trabajé en escuelas de población culturalmente atrasada y económicamente desvalida. Durante esa época, desde mis pobres capacidades procure siempre arrimar mi piedra y mi grano de arena a fin de que el edificio que se levantaba llegara a ser no solamente sólido, sino también útil y, además, bello he dicho lo anterior no para hacer sentir en el ánimo del lector la idea de que la gran pasión de toda mi vida ha sido la educación rural. Digo que ha sido la gran pasión de toda mi vida, porque habiendo rebasado ya con mucho los linderos de la vejez, en la cual se amortiguan todas las pasiones, aquella mía de la educación rural sigue todavía tan viva y vigorosa como cuando estaba en su plena madurez."

Indiscutiblemente, que este comentario encierra toda una filosofía humanista, de cómo percibía él la vida de los indígenas, su sufrimiento, el abandono en que se encontraban, la inequidad y toda la serie de necesidades que tenían, y cuál debería ser la posición del maestro con vocación, interesado en buscar la superación de los campesinos en las diferentes áreas de su vida.

También se resalta su humildad y sencillez, que todo ser humano justo y noble debe ser, la transparencia de su alma, sellada por el dolor y la injusticia que padecían sus semejantes. Es muy difícil poder encontrar como en él, a un filósofo, que nunca buscó que se le viera como tal. Pero es muy fácil comprender su pensamiento filosófico humanista, reflejado en todos sus actos educativos. Su praxis y teoría, en correspondencia con su cosmovisión humanista, devinieron cauce de realización verdaderamente humana.

Toda su pasión fue la educación rural mexicana, la que necesitaban los desprotegidos, los humillados ante los poderosos, los que menos economía tenían, aunque en ellos existiera toda una carga cultural en sus hombres, ya que representaban, a los auténticos herederos de la cultura, Tolteca y Azteca, representantes de Tláloc-Quetzalcóatl.

Su pensamiento y actuar demostraron tener una idea profunda sobre lo que es y debía de ser una filosofía social, encaminada al desarrollo íntegro del ser humano en todas las esferas de su vida. Es allí donde encuentro desde mi punto de vista a un personaje cargado de un humanismo muy pragmático, pero sin el utilitarismo, con un pensamiento social, justo y equitativo. Un pensamiento forjado durante su trabajo comunitario y alimentado de su vivencia cotidiana con los campesinos, los más desamparados en su época.

Su actuar estuvo impregnado de una rica subjetividad humana, buscando la verdad, porque siempre estuvo interesado en su entorno social, usos, costumbres y cultura de los campesinos. De ellos aprendió, la verdad, el significado de libertad, la bondad, la belleza, la armonía y el amor a la vida entre los seres humanos que profesaban su mismo sentir. Su filosofía se nota que estuvo inspirada y fundada en un humanismo real que busca la esencia gnoseológica y ontológica de su propio ser.

Lo expuesto anteriormente confirma el siguiente comentario expresado por el profesor Ramírez:

"Dejemos a los filósofos, hacer filosofía, decía en su empeñoso y constante afán de despejar la incógnita de la felicidad humana y pensemos que en todas épocas ha sido aspiración suprema de los hombres el mejoramiento económico y social. ¿ por qué ahora se pregunta el pueblo ignorante, hambriento, andrajoso y oprimido, este pueblo abnegado que sufre todas las cargas, que soporta todos los martirios, que paga sólo todos los tributos, por qué no fundar para él escuelas apropiadas, que les ayuden a lograr tal fin¡?. Para elevar el nivel intelectual y desarrollar y educar las aptitudes manuales de las clases inferiores, para satisfacer la más urgente reivindicación social, la escuela se debe ver como un acto de amor hacia el campesino, pero también de reflexión y voluntad."

Si esta redención no se consigue por la escuela, seguramente no se conseguirá por ningún otro medio. Para ello se debe reformar los programas. Donde las escuelas, les ayuden a fortalecer su cultura general que sacuda y despierte sus inteligencias adormecidas, que les provea de un conocimiento e ideas fundamentales y les inculque ideales y aspiraciones, que eduque sus pensamientos y sus manos se desenvuelvan en él, la mayor suma de aptitudes constructivas, para mejorar su cultura agrícola, que esté en relación estrecha con la localidad en que se funde la escuela. Se trata de formar una cultura de resistencia y de lucha, o de revelarla, a través de una educación que vaya a la esencia de los problemas del momento, a la raíz de los males que subyugan y envilecen.

Aquí se refleja la esencia de su pensamiento y se manifiesta que nunca se consideró filósofo, sin embargo, en sus comentarios se expresa, profundamente un humanismo filosófico, como núcleo de una filosofía social que se avala en todo su pensamiento y actuar cotidiano que efectuó durante su vida profesional, volcando su entusiasmo y pasión por el desarrollo de la escuela rural mexicana.

El interés de Ramírez por la escuela rural era permanente e inalterable, no pensaba en una escuela cuadrangular, porque para él la escuela era toda la comunidad. No era un encierro de tabique o de cristal, era el ambiente saturado del olor de las montañas o de la música de los arroyuelos cantarines. Para Ramírez la escuela rural era un crisol de libertades que orientaba el camino de la libertad de pensamiento para hacerlos libres de acción.

Como pensador sensible, no soslayó el naturalismo, propio de los grandes, al contrario, lo cultivaba.

En la doctrina de la escuela rural se plasmaban los principios fundamentales que le dio sustento a la revolución mexicana: hecho, palabra accesible y acción fecunda en beneficio del pueblo. Era la justa interpretación del movimiento emancipador. Era la forma sencilla de llevar la sabiduría más útil hasta la conciencia de los hombres del campo.

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