El Problema de Esencia de la Educación Básica en México

Dr. Luis Ignacio Hernández Iriberri.

17 oct 13.

El siguiente argumento lo hemos verificado reiteradas veces; hágase una pequeña encuesta con la siguiente pregunta:<<¿En qué época, en los años cuarenta del siglo XX, o en los años dos mil de este siglo XXI, puede decirse que se da un mayor aprendizaje en la educación básica en México?>> (y entiéndase "aprendizaje" como conocimiento adquirido, y no, como mal interpretan no pocos jóvenes en la actualidad, como disponibilidad de tecnología e información).

La respuesta inmediata es mayoritaria en la opinión de que se aprendía más en los años cuarenta, y luego de pensar dos veces, a ello se agrega lo que había tenido duda. SI esos resultados los ponemos en una gráfica, éstos nos aparecerán de la siguiente manera:

La mayoría acaba opinando que antes, en los años cuarenta, se aprendía más. Sólo algunos jóvenes, confundiendo disponibilidad de tecnología e información -a pesar de hacerles la observación-, creen que hoy se aprende más.

Luego, considérese cuál podría ser el trazo de una línea en la gráfica que representara la evolución y desarrollo de la teoría pedagógica; que en México ha venido desde la lancasteriana del siglo XIX, la positivista (oficial en México desde la Escuela Nacional Preparatoria entre 1867 y 1912); la anarquista (1910-1930); y podría excluirse la socialista, aun cuando oficial, sólo del breve período de 1934 a 1940; la conductual (1940-1970), de la llamada "Educación Nacionalista"; la de la llamada Tecnología Educativa (de los años sesenta-setenta), simultánea a la pedagogía del pragmatismo (oficial desde el Colegio de Bachilleres, en su origen); y del estructural-funcionalismo (oficial desde el Colegio de Ciencias y Humanidades, UNAM); hasta llegar, por último, a la teoría pedagógica del constructivismo de los años ochenta en adelante (oficial desde la Secretaría de Educación Pública).

Una gráfica teórica de esa evolución, necesariamente trazaría una curva continua ascendente, puesto que cada teoría científica supera a las anteriores, apoyándose en ellas mismas.

Curva teórica de la evolución de las teorías pedagógicas.

Si esa misma evolución de las teorías pedagógicas las consideramos empíricamente por sus resultados, la gráfica aparecerá de la siguiente manera:

Curva empírica de la evolución de las teorías pedagógicas (propuesta arbitraria aproximativa). Obsérvese que de 1940 al 2010, se da en general una tendencia decreciente, enfatizado por la curva de línea de tendencia potencial.

Sin embargo, omitamos de momento la valoración conforme a los resultados dados en la práctica, y partiendo, como hemos dicho, del criterio de que cada teoría pedagógica es igualmente válida ya que atiende a resolver un aspecto dado de la educación, bien podemos, en general, entonces, afirmar que, no sólo teóricamente, sino en la práctica, ese trazo es de una línea de evolución y desarrollo ascendente de manera continua, ya que cada teoría científica se hace sobre la base de la anterior para proponer nuevos adelantos.

Así, basta confrontar (y mezclar) las gráficas de la encuesta sobre el mayor aprendizaje antes o ahora, con la gráfica de la necesaria evolución científica de las teorías pedagógicas, para que salte a la vista un sobrecogedor problema:

Aquí, de fondo, hay un sobrecogedor problema de lesa humanidad.

Las trazas se cruzan! Y...? Pues que, entonces, cómo explicar que, teniendo que ser las teorías pedagógicas cada vez necesariamente mejores, el aprendizaje sea cada vez peor...

Luego entonces, qué explicación tiene tal hecho: el que teóricamente de manera necesaria las teorías pedagógicas sean cada vez mejores y el aprendizaje sea cada vez peor.

Y la respuesta sobrecogedora es que: tales teorías pedagógicas, ciertamente han sido cada vez mejores, pero elaboradas precisamente para obtener perversamente, en un atentado genocida a la sociedad, esos resultados de menor aprendizaje, aparentando "mayor ciencia", dando una masa de población cada vez más impreparada, que sea susceptible de ser utilizada como mano de obra barata en el "competitivo" mercado capitalista de una mano de obra de hambre en las regiones de Asia, sin que, además sea capaz de cuestionarse el orden de cosas.

La perversa política educativa del Estado hasta lo genocida (ese acoso sistemático para hacer daño, en este caso, a las generaciones futuras), consiste en que: 1) el Estado, primero, en sus legítimos atributos, impone una dada formación al profesorado normalista; 2) luego, impone en la educación básica una determinada teoría pedagógica en cuyos fundamentos teóricos y didácticos capacita al profesorado para esa aplicación; 3) el profesorado así oficialmente capacitado, de manera histórica se ha mostrado en todos los casos, dispuesto a la aplicación de la normatividad del Estado, entendiendo en ello su responsabilidad profesional (el concepto de "Normalista", se refiere a ese profesional dirigido a aplicar las normas del Estado en la educación básica, en la cual, y correctamente, no existe, como en la educación superior, la llamada "libertad de cátedra"); 4) se examina al profesorado, por los resultados del aprendizaje en los estudiantes de educación básica, con los resultados negativos de todos conocidos, y mediante ese mecanismo, primero, la responsabilidad del Estado que impuso una educación así, se traslada al docente; y 5) de este modo, quien realmente ha reprobado en su normatividad pedagógica, ha sido el Estado y su dependencia particular encargada, la Secretaría de Educación Pública (SEP), y, más aún, engañando deliberadamente a la sociedad.

De este modo, rigurosamente hasta ahora, el profesorado ha aplicado en esa normatividad, la norma pedagógica y didáctica, por lo que, luego entonces, es el Estado el responsable de los resultados educativos, en los cuales el profesorado sólo ha sido un medio con el cual se ha operado esa política oscurantista de una pobre calificación de la fuerza de trabajo.

La "Alianza para la Calidad Educativa" (ACE), reduce la educación a esa calidad dada en dos cualidades básicas: 1) la formación en habilidades, y 2) la formación en capacidades competitivas (es decir, de la capacidad que, según la teoría pedagógica, le compete al individuo, en este caso, al niño), discriminándose en dos competencias básicas: a) la afín a un casco y un zapapico; o b) la afín a un casco y un fusil. Por lo tanto, aquí no es que el proyecto educativo de la SEP (la burguesía), haya "fracasado", sino, por todo lo contrario, ha sido un éxito histórico consistente, es decir, ha obtenido sistemáticamente lo que deseaba obtener: un proletariado sin la ciencia, desarmado para poder transformar el mundo, y alienado en el subjetivismo metafísico, convertido a una nueva esclavitud. Y frente a tal agresión oscurantista llevada al extremo metafísico, el profesorado ha respondido ya, rompiendo con esa genocida normatividad, con un Programa Nacional Alternativo de Educación y Cultura (PNAEC), cuya calidad, en éste, se da en las cualidades de una educación científica: de una formación en el juicio intelectivo dado en la demostración de la verdad objetiva, y de esa objetividad como el reconocimiento del mundo que nos rodea; en la causalidad, de la lógica, y de una verificación en la práctica histórico-social y en el experimento, de modo que, con todo ello, sea posible la predicción científica. De una educación en la formación del juicio moral fundado en la ciencia de la Ética. Y de una educación en la formación del juicio estético de apreciación de lo bello y el arte en la ciencia de la Estética.

Todo esto es lo que defendemos, todo esto es lo que hemos promovido entre los docentes de educación básica, en cuyas manos se deposita la trascendente formación elemental de las futuras generaciones.

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