Una pedagogía bolchevique. Una educación colectivista a través del colectivo

S. Makarenko

Para Makarenko fue una gran alegría pasar, en tiempos de la colonia Gorki, del control y supervisión de los teóricos paidologistas (especialistas en todo lo relativo a la infancia y su buen desarrollo e intelectual) que tanto le irritaban, a la supervisión de un nuevo organismo cuyos miembros «se interesaban poco por el alma, el derecho de la personalidad y otra chatarra lírica. Buscaban formas nuevas de organización y nuevos acentos". Eso era precisamente lo que Makarenko perseguía: un nuevo estilo y, sobre todo, una nueva forma de organización. Este problema le preocupaba mucho más que los métodos concretos, que el de las técnicas pedagógicas. Partía de la base de que la educación es ante todo un proceso social y que, en consecuencia, el hombre soviético no podía ser educado bajo la influencia de una sola personalidad; entendía que la esencia de la educación no estaba en las conversaciones con el niño, en la influencia directa que un educador podía ejercer sobre él, sino «en la organización de la vida del niño y en el ejemplo que se le brinda con la vida personal y social.

El trabajo educativo es, ante todo, un trabajo de organización» La importancia de la estructura, de la organización en cualquier tipo de educación (familiar, escolar, etc.) es básica. Esa organización tiene en Makarenko un nombre: colectivo; el colectivo no es sólo un principio de método que Makarenko utiliza («El método principal era toda la colonia, toda la sociedad, toda la colectividad sino que constituye la esencia misma de su sistema educativo («El sistema consistía sobre todo en la colectividad»). Por otro lado, Makarenko veía la necesidad de educar al hombre en el seno del colectivo por dos razones fundamentales: en primer lugar porque, según él, «solamente en la experiencia colectiva puede desarrollarse una necesidad moralmente válida» y, en segundo lugar, porque sólo a través del colectivo podía formarse el hombre comunista: «En nuestro país sólo es un hombre en el pleno sentido de la palabra aquel cuyas necesidades y deseos son necesidades y deseos colectivistas", entendiendo por colectivismo la solidaridad del hombre con la sociedad, es decir, la antítesis del individualismo. La educación comunista que Makarenko quería dar exigía, por tanto, el recurso al colectivo: «En nuestro país la única educación concreta es la del colectivismo y es necesario dirigirla con toda conciencia y regularidad»; como lo expresa en otro lugar: «Yo defendí la formación de una colectividad entusiasta, fuerte y, si era preciso, severa. Y sólo en tal colectividad cifraba todas mis esperanza.-,.»

Esas esperanzas no se vieron defraudadas. Makarenko se mostró siempre orgulloso de SU colectividad feliz, consideró que esa colectividad tenía un potencial educativo y terapéutico profundamente eficaz y como prueba de ello mencionaba hecho de que un solo día pudiesen recoger de la estación a cincuenta nuevos delincuentes enviados a la colonia y olvidarse de ellos al día siguiente, no preocuparse de su comportamiento, seguro de que la colectividad los estaba educando. Makarenko no consideraba este hecho como un milagro especial, sino simplemente como un resultado lógico de la educación del colectivo: «Cuando la colectividad infantil se organiza debidamente, pueden realizarse auténticos prodigios.» Por el contrario, la causa de muchos problemas hay que buscarla precisamente en la falta de organización o en la organización inadecuada del colectivo, en la negligencia, la incapacidad para calcular, preparar, prever, organizar. Ese no es el mundo de Makarenko: «Mi mundo es el de la creación organizada del hombre. Un mundo de rigurosa lógica.

Si nos preguntamos ahora cómo funcionaba el colectivo educacional de Makarenko, debemos empezar considerando el papel fundamental que en él ejercía el director de ese colectivo (el mismo Makarenko). Si la educación se realiza a través del colectivo, la función primordial del educador consistirá en orientar y dirigir la colectividad. Como Snydcrs lo reconoce, en la pedagogía de Makarenko, «la acción de guía del maestro se coloca en primer plano"; si la clave de bóveda de cada una de las unidades en que se dividía la colectividad radicaba en la autoridad única de los que las mandaban, la de la colectividad como un todo estaba en la persona del educador, cuya labor primera era la de organizar la vida de la colonia hasta en los más mínimos detalles, a los que Makarenko considera tan importantes que no hay una sola de sus obras, una sola de sus conferencias, en las que no insista en que «en materia de educación no hay pequeñeces"; " organizar la colectividad es preverlas todas, controlarlas, no permitir que actúen por su cuenta: «Una buena organización consiste precisamente en no omitir los menores detalles y circunstancias. Las minucias actúan con regularidad, diariamente, a todas horas, y son los componentes de la vida»; guiar y organizar esa vida es el problema de más responsabilidad del educador.

Pero el pedagogo actúa también a niveles que no son los de la organización. Actúa también como modelo, como ejemplo, como guía; actúa como controlador de conflictos, como alentador de progresos; actúa como mantenedor del tono, el estilo y las tradiciones de la colectividad; actúa como padre de niños sin padres, como amigo de cada colono y de cada educador a sus órdenes, como compañero de trabajos y descansos, de dificultades y alegrías. La personalidad de Makarenko irradia a toda la colonia y a todos los colonos, su despacho está siempre abierto para todos y su espíritu dispuesto a colaborar con quien necesitare su colaboración.

No vamos a entrar en el detalle de la forma en que los colectivos de Makarenko estaban organizados. Cuando el "educando" había asimilado el espíritu de la colonia, pasaba a ser «colono» y a formar parte de un «destacamento», célula base de la organización, colectividad primaria, compuesta de siete a quince miembros y mandada por un comandante (el cargo no era permanente y se procuraba que todos pasasen por la experiencia del mando, por las razones que más tarde veremos). El «consejo de comandantes» se reunía con bastante frecuencia para dilucidar, junto con Makarenko, sobre los muchos problemas cotidianos que surgían en una colectividad de cien a quinientas personas. Cuando la colectividad era pequeña la asamblea general de los colonos decidía sobre los asuntos de la colonia y sobre los castigos a imponer; cuando se hizo muy numerosa, fue el consejo de comandantes el que asumió estas funciones. Había, además tenía una serie, de cargos para tareas especiales relativas al trabajo o a la vida de la colonia; una idea de las responsabilidades de estos cargos la pueden dar las tareas que el «jefe de día» tenía encomendadas: debía responder «de todo lo que sucedía en la colonia, de la ejecución puntual y regular del empleo del tiempo, de la limpieza, de la recepción de las visitas, de la calidad de la comida; si la comuna salía de excursión, él era el responsable; si había que hacer algún trabajo suplementario, respondía de él. Por la noche tenía derecho a dormir».

Condición indispensable para el funcionamiento de cada unidad y de la colectividad entera era el sentimiento de unidad, de cohesión. Si a Makarenko, por poner un ejemplo, le preocupaban los robos en la colonia no era porque las cosas desapareciesen y uno u otro saliese perjudicado, sino porque los robos aniquilaban la confianza mutua, engendraban sospechas, fragmentaban la colectividad; lo preocupante del robo es que en él «radica el principio de largos y tristísimos procesos de enemistad, de irritación, de soledad y de auténtica misantropía". Si se quiere que cl colectivo funciones, debe estar siempre unido, solidario, porque la integridad y la unidad del colectivo son condición de una buena educación.

Exigencia extraordinariamente importante también del funcionamiento del colectivo es la renuncia de cada uno de sus miembros a los intereses personales en aras de los intereses de la colectividad; lo importante es la marcha de la colonia, el cumplimiento del programa establecido, el sometimiento a las normas acordadas; cuando un muchacho pasa a formar parte de la colonia, se le insta a que deje de pensar sólo en sí mismo y se preocupe de los asuntos colectivos; he aquí las palabras que el más veterano de los colonos de la comuna Drerzltinski dirige a un chico en el momento de imponerle la insignia de colono: «Desde ahora posees los mismos derechos que cualquier otro miembro de la colectividad. Los intereses de la colonia y del Estado soviético debes ponerlos siempre por encima de tus intereses personales. Y si alguna vez tienes que defender nuestro país contra sus enemigos, serás un luchador audaz, inteligente y sufrido.» Si Makarenko se manifestaba contrario a las «rutas personales", de sus colonos no era por falta de consideración al individuo, sino porque por encima de él estaban siempre la, «rutas colectivas» a las que todo debía subordinarse

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